lunes, 9 de agosto de 2010

Take me out to tha ball game

No sabía nada. Peor aún, no lo entendía:

-Por qué 9 una vez y luego los otros 9?

-Por qué pueden pisar la base, pero a veces no?

-Por qué está out y el cacher lo tiene que tocar con la bola?

-Por qué las carreras no cuentan en el tercer out?

Mi cara se iluminó cuando comprendí el por qué del nombre del deporte: Bases, bola en las bases, jugadores en las bases. De golpe (bueno, no tan de golpe, tardé 7 juegos en hacer catarsis!), todo me hizo click en la cabeza: Ataca el bateador, defienden 9 hombres; uno lanza, otro recibe, 7 están al pendiente de la pelota. Luego se intercambian el campo, entran los otros 9 a defender, y el otro equipo a atacar; si es hit, si es out, con 3 outs termina la entrada. Hay 9 entradas por equipo: uno la abre, otro la cierra. Hay managers y coaches por doquier, viendo, visualizando jugadas, enviando señales de comunicación que sólo ese equipo entiende, no se juega por tiempo, se acaba cuando se acaba la 9na entrada, hay decisiones que se deben de tomar:

-Un bateador más al picher? Cuántos ponches lleva? Cuantos hits? Cuantas BB?

-En qué orden alineamos a los jugadores? Tomaste mucho en la fiesta de anoche?

-Qué posiciones jugarán los chicos nuevos?

-Qué estadísticas tenemos de cada uno?

-Qué sabemos del equipo contrario?

-Qué sabemos de estos jueces? Cómo es su zona de strike?

-Qué tira este picher?

Pero por sobre todo, me fascinó la complejidad que puede tener la estrategia del juego, lo serial que resulta en la intervención de sus jugadores, la anotación de errores, hits, ponches, carreras, limpias o sucias, quién las produjo, quién se “sacrificó” por el avance de un compañero.

Me parece un juego elegante, casi un ajedrez, al que se le agrega la destreza física, por supuesto.

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